Nunca se cantarán lo suficiente las
virtudes del salmorejo, medicinal preparación que consiste en machacar en un
mortero tomate, ajo, pan (mejor duro), aceite de oliva y sal hasta dejarlo
convertido en puré. Esto, ya digo, en los tiempos heroicos se hacía en un
mortero, pero hoy, apoyados por la civilización maquinista, lo normal es
utilizar una batidora. El resultado del sistema tradicional (el del mortero y
el brazo) es mejor, pero habiendo máquinas, ¿para qué complicarse?
La cuestión consiste en conseguir una
preparación que sepa a todos y cada uno de los ingredientes —es decir, a
tomate, a ajo y a aceite de oliva—, y no solamente a uno o dos de ellos, para
lo que hay que usar bastante tomate, media docena de dientes de ajo (mínimo) y
cuarto de litro de aceite del mejor; el pan no suele tener sabor, y se utiliza
para darle cuerpo, pues debe quedar espeso, pero si se quiere se puede
sustituir por fruta, como manzana o, aún mejor, cerezas, que hay que deshuesar
previamente. El salmorejo de cerezas (pero esto que quede entre nosotros) es
una cosa inenarrable.
Una vez preparado se guarda en la nevera
en un cacharro de cristal y se va comiendo; no hay problema de conservación,
puesto que las cosas que llevan mucho tomate no se estropean, en especial si
tenéis la nevera a la temperatura a que hay que tener estos aparatos (cuatro o
cinco grados).
Si queréis seguir leyendo cosas de cocina
mirad en ESTE SITIO o en ESTE
OTRO.
También podéis echar una ojeada a otra
clase de escritos, que no todo va a ser comer, para lo que os recomiendo ESTE ENLACE.
Y por fin, reportaje fotográfico sobre
las gracias de este país, que son muchas, puede verse AQUÍ.
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