Hace 100 años que comenzó a construirse la Gran Vía madrileña en un lugar ocupado por un barrio antiguo (galdosiano, se podría decir) de casas viejísimas y callejas retorcidas. Se derribó todo y se delineó esta avenida, que, en su tiempo, llamó la atención. Tengo información de primera mano sobre semejante obra, puesto que en aquellos entonces (es decir, mientras duraron los trabajos, y duraron bastantes años), mi padre vivía en un tercer piso de la calle Preciados con vuelta a la plaza del Callao, y desde su balcón (y durante su infancia) pudo observar a su antojo el desarrollo de tantas y tan complicadas labores. Contaba, por ejemplo, que él asistió en directo al nocturno e inesperado desplome y derrumbamiento de uno de los edificios (rascacielos, se decía entonces, y creo que se refería al Palacio de la Prensa) que entonces se estaban levantando.
Yo no tengo fotos tan antiguas, pero pongo esta que está tomada en marzo de 1985, o lo que es lo mismo, hace exactamente 25 años. Yo creo que tiene bastante ambientillo, y es que la Gran Vía, calle ideada y construida durante los años veinte del pasado siglo, tiene un algo especial y es uno de mis lugares preferidos para revolver y caminar (y tomar cañas, como es lógico) cada vez que paso por Madrid (ciudad que conozco bien, puesto que viví en ella 30 años).
Yo no tengo fotos tan antiguas, pero pongo esta que está tomada en marzo de 1985, o lo que es lo mismo, hace exactamente 25 años. Yo creo que tiene bastante ambientillo, y es que la Gran Vía, calle ideada y construida durante los años veinte del pasado siglo, tiene un algo especial y es uno de mis lugares preferidos para revolver y caminar (y tomar cañas, como es lógico) cada vez que paso por Madrid (ciudad que conozco bien, puesto que viví en ella 30 años).